lunes, 24 de noviembre de 2008

Ultra-liberalismo keynesiano

Dice Aldo Mariátegui en Vamos a lo vital :
Sé que no suena muy ortodoxo, pero the house is burning. Que Citibank y General Motors estén a un paso de la quiebra nos aleja momentáneamente del credo liberal y nos acerca a Keynes por la ola que se viene. Una cosa es ser liberal y otra estúpido. Se los dice un ultraliberal. ¡Valdivieso, despabile!
Otro zigzagueo del director de Correo. Son tiempos difíciles, de crisis, y es normal que haya ansiedad. Sin embargo, no está de más aclarar los conceptos. Si alguien abandona "momentáneamente" el credo liberal para asumir el keynesiano, no suena a que estemos ante un "ultraliberal" (La frase del periodista "se los dice un ultraliberal" recuerda a Nicomédes Santa Cruz en un comercial de televisores a color, cuando recién llegaron: "se los dice Don Nico, que sí sabe de color"). Así, las definiciones acaban por perder todo sentido. Me recuerdan a mi ex-compañero de piso, americano, en mis tiempos de estudiante en EEUU, cuando se produjo el atentado contra un edicio público en Oklahoma en 1995, con 168 personas muertas y más de 800 heridas. "Resultó que no era un terrorista", me comenta cuando capturan a Timothy McVeigh. "Oye, le digo, pero si él hizo eso ¿cómo que no es terrorista?". "OK", me contesta. Evidentemente, sin pensarlo mucho, lo primero que le vino a la mente es que un hombre blanco no podía ser un terrorista. La gente se automatiza con los conceptos. Es parecido a lo que pasa con una persona conservadora, derechista, así sea keynesiana o estatista, que siempre es "liberal" (1).

Otro ejemplo es el de un conocido, un argentino que llevaba cuatro años en España trabajando vendiendo cosas en la calle. Un español, mordaz y directo, en una reunión social lo acaba de conocer y le pregunta qué hace por allá. "Soy escenógrafo", responde el argentino. El español le pregunta sobre su trabajo en escenógrafía y después de algunos rodeos el argentino le comenta que vende cosas en la calle. El español le replica: "si hace cuatro años que no trabajas en nada de eso, no eres eso. Tú eres vendedor". Esta conversación le causó mucha impresión al conocido argentino, que acabó por reducir su tiempo dedicado a la sobrevivencia y se metió a tomar cursos para reactivar su dedicación a la escenografía, que posiblemente fue lo que lo llevó a España (Por cierto, es un circulo vicioso en que muchos migrantes comprensiblemente caen y del cual es difícil salir).

Alguien se puede autodenominar "ultraliberal", pero ¿de qué sirve ponerse una camiseta con tanto estruendo si se la va a quitar al primer seis a cero que le toque enfrentar? No, si tú no propones cosas en concordancia con la ideas liberales (y ya llevas varias propuestas no liberales), simplemente no eres liberal. Normal. Nadie te obliga a ser liberal, salvo tú mismo. Nomás toca aclararlo por un tema de "defensa del consumidor" que tiene derecho a que no le vendan productos adulterados.

En el tema de la intervención pública toca distinguir. Tiene sentido la intervención por el riesgo sistémico, que es el colapso de todo el sistema bancario. No de un banco por aquí u otro por allá, sino de todo el sistema. Ahí viene el prestamista en última instancia, la banca central. Sin embargo, intervenir porque quiebra una empresa no financiera, por más grande que sea, no tiene justificación. El tema de la industria automotriz americana no es el estrangulamiento por falta de crédito, sino su modelo empresarial. Les tocaría restructurarse del todo. Ya le pueden dar más dinero los contribuyentes americanos y de otros países. Si no se restructuran, no la hacen. No van a ir lejos. Pero ¿por qué el gobierno tiene que ir restructurando empresas cuando les va mal? Si un grupo económico no la hizo, otro vendrá que la haga. Definitivamente, se despedirá gente y caerá la demanda, pero el gobierno tiene otros mecanismos para incentivar la reasignación laboral, problema sectorial, y el sostenimiento de la demanda, problema macro, que no sean los que conduzcan a la salvación artificial de las empresas ineficientes. Tiene que haber destrucción creadora. Los gigantes ineficientes son dinosaurios que tienen que ceder el paso a otros sistemas. Impedir este proceso es suboptimo y sólo acumula el problema cual bola de nieve para crear crisis aún mayores.

En la economía moderna hay casos para la intervención pública y se dan cuando el mercado fracasa (ver Intervenir cuando toca). Además de los bienes públicos, las externalidades, los monopolios naturales, y otros, hay el riesgo sistémico que se dan por el colapso del sistema bancario. Viene un pánico, la gente saca su dinero y el banco, que ha prestado el dinero, no puede devolverlo. Vienen los "corralitos". Aquí es interesante lo que pasa, pues muchos liberales, a quienes con más propiedad podríamos llamar "ultraliberales", no reconocen que haya que intervenir incluso en esos casos. Si una empresa tiene un monopolio es porque se lo ganó, a través de la innovación tecnológica. Hayek decía que si una empresa tenía el monopolio sobre los ferrocarriles y cargaba precios altos, pues otras empresas se esforzarían e inventarían otro medio de transporte, y ponía a los aviones como ejemplo. A la larga el mercado finalmente no fracasaría. Sin embargo, la posición mayoritaria en la profesión es que el mercado sí fracasa y la intervención pública es necesaria, para restituir el buen funcionamiento del mercado. No más (con intervenciones sectoriales ad hoc), no menos (dejando caer al sistema financiero).

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(1) Probablemente la tendencia en nuestro país a ver "neoliberales" en lo que en realidad son estatistas y keynesianos, haya reforzado esta confusión (ver El keynesiano Carranza y El El estatista Kuczynski). Bastaba algo de conservadurismo político y económico para ser "ultraliberal".

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