Demolición política 1

Después de la campaña mediática contra Lourdes Flores a la que incluso se prestó Mario Vargas Llosa le tocó el turno a las izquierdas. Las señales las tenemos en este artículo de Javier Barreda (pase de GA):

Fue ayer y no se acuerda

(...) Sinesio López, funcionario del gobierno que no se atrevió a dar un giro social a la transición democrática por mantener la rigidez neoliberal y los privilegios y que dilapidó la credibilidad de la gente por su frivolidad, nos dice que –léase bien– “se mantiene el modelo económico y no hay reforma tributaria, básicamente es lo mismo de antes”. ¿Y dónde estuvo él antes?

¿Advertirá realmente lo que está diciendo López? En otras palabras nos está diciendo: este gobierno está mal y es lo mismo de antes; se está aliando a la derecha, ya que se está haciendo lo mismo del gobierno en el que trabajó como laborioso bibliotecario.

¿Por qué Sinesio López no deslindó en su momento con el gobierno de Toledo y su debilidad con la frivolidad?, ¿por qué no exigió que se haga la gran reforma tributaria (que ahora reclama él)?, ¿por qué no se tuvo una real política de austeridad?, ¿por qué no se exigió con la severidad de ahora la renegociación de los contratos con los impuestos a la sobreganancia?

Luego con Henry Pease, ver Combitos. El común denominador es atacarlos por haber participado en el gobierno de Toledo, haber mantenido silencio entonces y venir ahora a criticar al APRA por hacer lo mismo que Toledo.

Totalmente cierto.

Las críticas izquierdistas se les aplica a ellos mismos y en realidad no sólo de ahora, sino desde la época de Fujimori, quien contó con al menos tres ministros de canteras de izquierdas después de haber dado el "fujishock".

Sin embargo, es curioso el ataque-defensa desde el gobierno pues responden diciendo que otros no pueden criticar porque hicieron lo mismo que el gobierno hace ahora, un viraje de su política anunciada desde el llano. En realidad, el spot contra el paro en que usaron los argumentos de Montesinos da una clara idea de a dónde pueden llegar en sus argumentos (Y la línea argumentativa es esencialmente la misma: "antes no dijeron nada y ahora hablan").

Lo que parece ocurrir es que a medida que las movidas políticas fujialanistas van revelándose, y en parte justamente por ellas, desde el gobierno queda también claro el intento de demolición de todo lo que sea oposición y que se apunta hacia un modelo donde el juego politico se reduce a dos fuerzas: el aprismo y el fujimorismo. Es prematuro hablar de alternancia limitada entre estas dos fuerzas políticas, pero de seguro que no les iría mal. Veamos.

El gobierno con su cooptación de sectores de las derechas antes nucleadas alrededor de Lourdes Flores ha desmontado cualquier posibilidad inmediata de alternancia hacia ese sector. Les ha quitado los cuadros técnicos y diversos políticos connotados en un estruendoso y a la vez silenciado transfuguismo. El sector de Lourdes, en forma parecida a lo ocurrido durante Fujimori en que un sector del PPC se encumbró en el gobierno, ha quedado desarticulado. Las recientes miopes palabras de Vargas Llosa, validando el transfuguismo derechista acabaron de rematar el golpe. No es opción.

Otrosí, las posibilidades de este sector político consistirían en una renovación de personas, un claro desmarque del gobierno y un desborde de sus dirigencias y figuras mediáticas. No se asoma nada por el estilo en el panorama.

Esta demolición ha sido crucial para el gobierno y ha ido de la mano con abrirle el paso al fujimorismo que ahora puede llenar ese espacio con mucho más llegada popular de lo que el PPC y sus sucedáneos podrían tener. Se trataría de una suerte de "sanchezcerrismo" o "cerro-civilismo" de hace 80 años. Ese es el tipo de derechas que se avizora. Claro, toca reforzar a Keiko Fujimori, si tiene que ser ella, o, si a lo Houdini logra liberarse, al mismísimo Alberto Fujimori. Las apuestas por este sector están hechas.

Continuará